Un grupo internacional de investigadores, encabezado por el profesor Michał Bogdziewicz, de la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan, descubrió que numerosas plantas longevas ajustan su producción de semillas en respuesta a los cambios en los patrones climáticos aprovechando los fenómenos meteorológicos.
Sus hallazgos, publicados en la prestigiosa revista Nature Plants, indican que las plantas son capaces de coordinar sus periodos reproductivos a través de grandes distancias, cubriendo miles de kilómetros. El estudio demostró que durante los años en que abundan las semillas tras épocas de escasez, éstas se vuelven accesibles a diversas especies a través de continentes enteros. Esta sincronización generalizada influye significativamente en alimentos de los roedores, las migraciones de animales y la prevalencia de enfermedades transmitidas por la fauna salvaje.
Según la investigación, las condiciones climáticas, en particular las temperaturas estivales, son las principales impulsoras de esta producción sincronizada de semillas. Plantas como el haya europea utilizan las temperaturas de junio y julio como señales para iniciar la reproducción. Sorprendentemente, a pesar de las diferencias climáticas locales, las hayas de toda Europa siguen un patrón reproductivo similar, un hallazgo que desafía las expectativas teniendo en cuenta las variaciones regionales de temperatura.
El Dr. Valentin Journé y el Dr. Jakub Szymkowiak, también de la Universidad Adam Mickiewicz, asociados en el proyecto, señalaron el solsticio de verano como un momento crucial para que las hayas empiecen a reaccionar a las señales de temperatura. Es el día en que la luz diurna alcanza su máxima duración y la tasa de variación de la duración del día es la más baja. A pesar de la naturaleza sutil de estos cambios, los árboles son capaces de detectarlos y entran en su "ventana de sensibilidad".
Esta investigación pone de relieve que las señales astronómicas, en particular el solsticio de verano, desempeñan un papel esencial a la hora de permitir la sincronización regional de la producción de semillas entre las plantas. Estas influencias astronómicas permiten que el haya europea y otras especies vegetales produzcan acontecimientos ecológicos muy sincronizados en vastas zonas geográficas.