Los microbios en la lucha contra el cambio climático: La captura de carbono, clave

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La batalla contra el cambio climático es polifacética, y uno de los frentes menos conocidos pero cada vez más importante es el de los microbios. Estos organismos microscópicos, que engloban bacterias, hongos y algas, forman parte de los procesos biogeoquímicos de la Tierra desde hace miles de millones de años. En el contexto de los desafíos climáticos modernos, los microbios ofrecen formas prometedoras de capturar y secuestrar carbono, mitigando así potencialmente el impacto de los gases de efecto invernadero. 

Papel de los microbios en el secuestro de carbono

Los microorganismos desempeñan un papel crucial en el ciclo del carbono de la Tierra. Se encargan de descomponer la materia orgánica, liberando así dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera como parte del ciclo natural del carbono. Sin embargo, ciertos microbios también tienen la capacidad de capturar y almacenar carbono de diversas maneras. Por ejemplo, los microbios fotosintéticos como las cianobacterias y las microalgas absorben CO2 y lo convierten en compuestos orgánicos mediante el proceso de fotosíntesis, extrayendo así carbono de la atmósfera. Los microbios del suelo, como los que intervienen en la formación del biocarbón, pueden estabilizar el carbono en el suelo durante siglos, mejorando la fertilidad del suelo al tiempo que secuestran carbono.

En los medios marinos, los microorganismos contribuyen al sumidero de carbono mediante la bomba biológica de carbono. El fitoplancton de la superficie del océano captura CO2, que, al morir, puede hundirse en el fondo oceánico como parte de su biomasa, secuestrando eficazmente el carbono durante largos periodos. Algunas bacterias y arqueas también pueden convertir el CO2 en metano (CH4) mediante un proceso denominado metanogénesis, que, si se captura, puede utilizarse como fuente de bioenergía que desplace a los combustibles fósiles. Estos procesos ponen de relieve el potencial de aprovechar la actividad microbiana para el secuestro de carbono, ofreciendo un enfoque natural y sostenible para mitigar el cambio climático.

El potencial de secuestro de los microbios va más allá de los procesos naturales. Se están desarrollando soluciones de ingeniería que aprovechan los microbios para mejorar su capacidad de captura de carbono. Los organismos modificados genéticamente (OMG) diseñados para optimizar la fotosíntesis o fijar el nitrógeno atmosférico pueden aumentar la producción de biomasa y el almacenamiento de carbono en el suelo. Se está investigando para comprender y mejorar las vías microbianas de fijación del carbono y para desarrollar consorcios microbianos capaces de biotransformar eficazmente el CO2 en productos valiosos, como biocombustibles y bioplásticos, que secuestran carbono a lo largo de su ciclo de vida.

Avances en la tecnología de captura microbiana

Los avances tecnológicos han ampliado las posibilidades de aprovechar los microbios en la lucha contra el cambio climático. Los científicos están explorando formas de optimizar las capacidades naturales de los microbios para mejorar la captura de carbono. La biología sintética desempeña un papel importante en este sentido, ya que permite diseñar microorganismos capaces de fijar carbono de forma más eficiente o de sobrevivir en entornos en los que no lo harían de forma natural. Por ejemplo, la ingeniería genética puede ayudar a crear cepas de cianobacterias o microalgas con mayores tasas fotosintéticas, acelerando así el potencial de secuestro de carbono.

Los biorreactores y los fotobiorreactores son ejemplos de sistemas de ingeniería que proporcionan entornos controlados para el crecimiento microbiano, maximizando sus capacidades de captura de carbono. Estos sistemas pueden regular factores como la luz, la temperatura y el suministro de nutrientes, garantizando unas condiciones óptimas para la fotosíntesis microbiana y la producción de biomasa. Algunos biorreactores están diseñados para capturar el CO2 de las emisiones industriales y alimentar con él a los microbios, que lo convierten en biomasa u otros subproductos útiles, cerrando así el ciclo de las emisiones industriales de carbono.

Otro avance prometedor es el desarrollo de materiales de origen biológico que incorporan carbono capturado. Por ejemplo, la precipitación de carbonato cálcico inducida por microbios (MICP) es un proceso en el que ciertas bacterias precipitan carbonatos en presencia de iones de calcio, formando materiales similares al cemento. Éstos pueden utilizarse en la construcción, incrustando CO2 en el entorno edificado. Estas aplicaciones innovadoras no sólo secuestran carbono, sino que también pueden reducir la huella de carbono de los materiales de construcción tradicionales.

Retos de la ampliación de soluciones microbianas

A pesar de lo prometedoras que resultan las soluciones microbianas para la captura de carbono, la ampliación de estas tecnologías plantea importantes retos. Uno de los principales obstáculos es la necesidad de instalaciones de cultivo a gran escala que puedan soportar el crecimiento de cantidades suficientes de microbios para tener un impacto tangible en los niveles de CO2 atmosférico. Estas instalaciones requieren inversiones considerables y pueden enfrentarse al escrutinio público y normativo, especialmente cuando se trata de organismos modificados genéticamente.

Otro reto reside en la complejidad de los ecosistemas microbianos. Las interacciones entre los distintos microorganismos y el medio ambiente no se conocen del todo y la alteración de estos sistemas puede tener consecuencias imprevistas. Por ejemplo, cultivar grandes cantidades de microalgas podría provocar una proliferación de algas que agotara el oxígeno de las masas de agua y perjudicara la vida acuática. Garantizar que las soluciones microbianas de captura de carbono sean sostenibles y no alteren los ecosistemas existentes es crucial para su éxito a largo plazo.

Por último, la viabilidad económica de la captura microbiana de carbono es motivo de preocupación. El desarrollo de estas tecnologías requiere importantes fondos de investigación y desarrollo, y los procesos resultantes deben competir con los métodos existentes de captura y almacenamiento de carbono (CAC). Para su adopción generalizada, las soluciones microbianas deben demostrar su rentabilidad y escalabilidad. Además, la creación de un mercado para los subproductos de la captura microbiana de carbono, como los biocombustibles o los bioplásticos, es esencial para crear un modelo económico sostenible para estas tecnologías.

Los microbios pueden ser pequeños, pero su papel potencial en la lucha contra el cambio climático es enorme. Sus procesos naturales y sus capacidades de ingeniería ofrecen una vía prometedora para la captura y el secuestro de carbono. A medida que sigan evolucionando los avances tecnológicos, las soluciones microbianas podrían convertirse en una piedra angular de nuestras estrategias de mitigación del cambio climático. Sin embargo, sigue siendo fundamental superar los problemas de escala, impacto ecológico y viabilidad económica. Si se superan estos obstáculos, el mundo invisible de los microbios podría convertirse en un héroe visible en nuestro empeño por equilibrar la ecuación del carbono en la Tierra y garantizar un futuro más sostenible a las generaciones venideras.

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