Físicos del MIT han logrado un notable avance que podría transformar nuestra comprensión de la estructura de la Vía Láctea, especialmente en lo que se refiere a su corazón gravitatorio y a la desconcertante materia oscura. Su exhaustivo análisis de los datos del observatorio espacial Gaia y del sondeo terrestre APOGEE ha sentado las bases de intensos debates entre los astrónomos. El sitio
La investigación se centró en la "velocidad circular" de las estrellas, es decir, la velocidad a la que cada estrella se mueve en el plano galáctico, dependiendo de lo lejos que esté del núcleo de la galaxia. Al comparar estas velocidades con sus distancias, el equipo desarrolló una curva de rotación, clave para comprender cómo se distribuye la materia visible e invisible dentro de una galaxia.
Un descubrimiento inesperado
A Lina Necib, del MIT, le sorprendió el comportamiento de la curva de rotación. En lugar de la disminución gradual esperada, se mantuvo plana durante una distancia antes de caer bruscamente. Esto sugiere que las estrellas exteriores de la galaxia se mueven más despacio de lo que se pensaba.
Este peculiar movimiento llevó al equipo a replantearse cómo se distribuye la materia oscura en nuestra galaxia. Conjeturaron que podría haber menos materia oscura en el núcleo de la Vía Láctea de lo que se suponía. "Este hallazgo pone en tela de juicio otros estudios", señala Necib, quien añade que resolver esta contradicción es crucial para formar una imagen unificada de la Vía Láctea.
En honor al legado de Vera Rubin
Esta investigación se basa en el trabajo pionero de la astrónoma Vera Rubin en la década de 1970. Rubin observó por primera vez que la rotación de las galaxias no podía explicarse únicamente por la materia visible, lo que apuntaba a la existencia de materia oscura que afecta al movimiento de las estrellas lejanas. El trabajo seminal de Rubin sentó las bases para el descubrimiento de la materia oscura, una misteriosa sustancia que parece dominar sobre la materia visible en el universo.
El reto de cartografiar nuestra galaxia
Calcular la curva de rotación de la Vía Láctea es difícil porque estamos dentro de la galaxia, como señala el científico Xiaowei Ou. En 2019, Anna-Christina Eilers, del MIT, se encargó de trazar esta curva utilizando los datos de Gaia, que inicialmente mostraban una curva plana pero ligeramente decreciente, lo que sugería un núcleo denso de materia oscura.
Los datos más recientes de Gaia, que llegan más lejos del centro galáctico, junto con la información detallada de APOGEE sobre las estrellas, aportaron nuevas perspectivas. El equipo modelizó la velocidad circular, y sus hallazgos indicaron una caída mayor de lo esperado en la galaxia exterior, contradiciendo supuestos anteriores sobre la distribución de la materia oscura.
Un nuevo capítulo en la investigación cósmica
Este estudio revisa nuestra percepción de la Vía Láctea. Gracias a herramientas y métodos de vanguardia, los investigadores han descubierto una desaceleración inesperada de las estrellas exteriores, lo que ha llevado a reexaminar el papel de la materia oscura en la galaxia. Su trabajo es un ejemplo de la naturaleza evolutiva de la investigación espacial, que abre nuevos interrogantes y reconfigura nuestros modelos cósmicos a medida que prosigue la búsqueda para desmitificar la materia oscura y el universo.